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Nuestra historia celebra la muerte. Cubrimos de virtudes patrióticas o revolucionarias atrocidades que conmueven el alma. Nos resulta cómodo el distraído silencio impiadoso o el orgulloso grito sagrado que nos inmuniza de la compasión. El discernimiento queda velado por la pasión épica.
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~ texto : “el fallido de sarmiento” por
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