" Lo que ya no está aquí.
Ni en las pantallas.
Ni en ningún otro
lado adonde nadie
pueda ir y volver para contarlo.
¿Internet?.. el último refugio! "
El 10 de enero murió David Bowie,
apenas dos días después de haber cumplido 69 años y de haber lanzado su vigésimo quinto disco, llamado Blackstar. Bowie tiene ya, desde luego, su página de tributo en Respectance y el récord en Vimeo: el día de su muerte, sus videos tuvieron más de 50 millones de vistas. Está en YouTube, evadiendo a la muerte en su video Lazarus, está en los afiches callejeros, está sonando con un sonido tan nuevo -tan Bowie- que hay en todo esto algo de renacimiento. De resurrección. Sin embargo, cuando supo la noticia, el primer gesto de su hijo Duncan fue salir de las redes para irse a llorar. Y el de su primera esposa, Angie, fue -literalmente- largarse a llorar frente a la cámara de Gran Hermano Famosos versión inglesa. Encerrada en una casa llena de celebridades apolilladas, sentada en un sillón y absurdamente peinada con dos colitas, fue enterarse y enterrar la cara entre las manos. "Hace años que no lo veo y no voy a hacer un drama, pero me siento. tan triste. Es como si una era se hubiera terminado. El polvo de estrellas se ha ido", dice y vuelve a decir la señora. Y todo es doblemente trágico con esas mejillas pintadas de rosa, y ese peinado infantil, y ese miedo tan humano. Tan real. La muerte la ronda también a ella. Es entonces cuando uno comienza a entender que lo vivo es lo otro. Lo que ya no está aquí. Ni en las pantallas. Ni en ningún otro lado adonde nadie pueda ir y volver para contarlo."
Si, Demasiada presión............
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