.
.
.
.
.
.
.
.
.
Estoy en una playa
en la que los vientos hablan a mis oídos
en la que la arena se humedece como una mejilla
y las botellas le han sido incrustadas.
Estoy tan amigablemente solo
mirando la orilla que va cambiando,
que escucho varias voces internas
y no sé cuál es la que me habla.
Es un momento para pensar en Dios
(comprender que somos parte de una
totalidad que nos contiene).
Es la hora en la que toda luz se desespera por brillar
y toda mi sombra se estremece al sentirse sabida,
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario