lunes, abril 13, 2009

UN PEDIDO DEL CORAZÓN

Los Hijos de los hombres son Uno solo
y yo soy Uno con ellos.
Busco Amar y no odiar,
Busco Servir y no exigir debido servicio,
Busco curar y no herir.

Que el dolor traiga debida recompensa
de amor y de luz.
Que el alma controle la forma externa,
la vida y todos los acontecimientos,
Y revele al amor que subyace
en los sucesos del tiempo.
Que vengan la visión y la intuición,
Que el futuro sea revelado,
Que desaparezcan las divisiones externas
y se afiance la unión interior,

Que prevalezca el amor
Y que todos los hombres amen.


Amen

fuente : texto que escuché de Olga Weyne
y hoy recibí por Elena
e inspiración en las herramientas de la Comunicación No Violenta-.

3 comentarios:

daindart dijo...

amor . amen

Pablo dijo...

genial, que lindo

sds,

pablo

Abraxas dijo...

Queridas Mariní y María,


Gracias por esta hermosa oración, que no sé si salió de la pluma del Mahatma Gandhi, pero desde luego, la pluma de la que salió contiene indudablemente la tinta de su Gran Alma.


Como sabes, recorro como mejor puedo y se, y desde hace décadas, el camino de la filosofía, que no es otra cosa que amor a la sabiduría, y aún para otros sabios, sabiduría del amor.


Seguramente me resultaría necesario no solo una vida, sino muchas, cientos, miles... en llegar a comprender, a conseguir hacer parte de mi alma, a actuar cada uno de los instantes de esas vidas, siquiera en alguna medida, cada uno de los significados profundos de las palabras que encierra la oración.


Decía Amado Nervo, en uno de sus poemas: "Todo es cuestión de recipiente"
Estoy convencido de que llevaba toda la razón. Un vaso puede contener una pequeña cantidad de agua, un lago, mucha más, un continente mucha más, y el planeta... toda.


Yo, hombre pequeño, puedo contener poca, otros hombres, mucha, algunos hombres mucha más, un Mahatma infinita cantidad más. Dios... toda. Todo es cuestión de si el alma es como un vaso, como una tinaja, como un riachuelo, como un río, como un lago, como un mar, como un océano, como...


Hijo del Hombre
Buscar
Lo Uno
Amar
Odiar
Servir
Ser servido
Curar
Herir
Dolor
Recompensa
Amor
Luz
Alma
Vida
Formas
Acontecimientos
Tiempo
Visión
Intuición
Futuro
División
Unión
Externo
Interno
Amén.


¡Fijaos cuántas cosas se dicen en un poema de 16 versos!


A mí todas esas palabras me pueden parecer bonitas, evocadoras, dignas de encontrar y comprender, emotivas, me pueden llevar al entusiasmo, a la alegría, etc. etc.
También me pueden parecer feas, tontas, vacías, relamidas, ociosas, casposas, inútiles, etc. etc. Todo depende de quien me las dijera.


Si me las dijera en persona el Mahatma, o cualquier otro sabio, las oiría con gusto, seguiría sus pasos y vería con los atentos ojos de mi pequeña alma qué es lo que el hace cotidianamente, trataría de entender sus metas, sus fines, sus obras, trataría de desentrañar los secretos de su oculta sabiduría. Todo ello lo haría para tres cosas: constatar que su vida es reflejo y consecuencia de sus palabras, en primer lugar, luchar por la comprensión de sus palabras y de su ejemplo, para así conquistar para mí algo de su sabiduría, en segundo, y finalmente, compartir las mías y mi ejemplo para bien de los seres humanos que puedan estar cerca de mí, y por tanto de él. Sería mi pequeña aportación a su gran trabajo por la humanidad y la manifestación de mi gratitud por todo lo recibido de él. A esto creo que lo llaman devoción. Sería también el ponerme a su servicio para sus fines y metas, ayudándole en su noble labor.


Creo que la sabiduría es única, que no la inventó nadie, que subyace e impregna la naturaleza del hombre y del universo que nos rodea, por dentro y por fuera, y que es el patrimonio de la humanidad y constituye la herencia que nos han legado la gran cantidad de hombres que, desde hace milenios, se acercaron a ella y la vivieron como suya.


Creo que la simple y pasajera emoción que nos producen estas palabras sirve para muy poco, si es todo a lo que nos mueve. El compromiso con la sabiduría nos debería llevar, si queremos ser consecuentes con nosotros mismos, a una incansable batalla diaria por su conquista. Ningún bien verdadero se obtiene como regalo, ni su logro se consigue de manera gratuita. La sabiduría, para mí el bien supremo, muchísimo menos. Quien piense lo contrario está soñando despierto. Pero esta guerra, esta conquista, a mi, lejos de apenarme, apesadumbrarme, acobardarme o entristecerme, me lleva justamente a lo contrario, al entusiasmo, a la alegría, a las ganas de vivir intensamente, a aprender, a encontrar el sentido de las cosas, y a compartir mi búsqueda con mucha otra gente de participa de mis mismas metas.


Hace tiempo que abandoné el engaño de lo "bonito" de las palabras. Ahora prefiero la lucha interior por llegar a sus almas. Porque las palabras tienen alma y vida, como los hombres y como todo lo creado y lo no creado, y son sagradas, aunque hoy día se utilicen muchas veces profusamente y sin sentido alguno, lo cual no vale para nada, si no es para despistar y entretener la vida, sin llegar nunca a abordar la gran obra del ser humano, que para mí no es otra que la conquista continua, desde nuestra situación actual, de la comprensión, de la conciencia despierta, de la unión con lo divino y de la entrega al servicio de la humanidad y de la naturaleza, en otras palabras, la búsqueda de la unidad con lo Uno. Suena grandilocuente y pretencioso, pero, aunque no somos mahatmas, ni mucho menos, sí que lo podemos hacer en nuestra pequeña medida, noble y dignamente.


Un cariñoso abrazo desde Cádiz para ti y para tu amiga, buscadoras, como creo que yo mismo, de lo único que merece la pena ser buscado.


Miguel